‘Buraco do Inferno’

El ‘Buraco do Inferno’ (Agujero del Infierno, en gallego) está constituido por una sima de 43 m de profundidad, con planta en forma de equis, que llega al mar a través de un pozo y de una galería. En el alto del cantil hay una valla protectora, que rodea la boca de la sima, y un mirador. Desde aquí se vislumbra el canal y la boca de la galería inferior.

Hoy en día no se puede acceder a la sima, ya que en el año 2003 hubo uno derribe importante, tras de un temporal, que hizo que grandes bloques de piedra taponaran el canal de entrada. Allí, el agua bate muy brava y se cuela por las brechas entre los bloques caídos, haciendo mucha espuma. En el interior, se forma un pequeño lago, blanco por la espuma que, con los pocos rayos de luz que refleja, produce un efecto misterioso.

Gritos y lamentos

El ‘Buraco do Inferno’ se llama así porque, sobre todo en los días de temporal, se oían gritos y lamentos que venían del hueco de la gruta. Según las leyendas, eran los lamentos de las almas llevadas por el demonio. Los insulares más viejos recuerdan historias de cómo, cuando se llevaba el ganado a pastar por la zona del ‘buraco’, los animales se alejaban de él. No así las personas, que eran atraídas por el sonido que venía del foso, con el peligro de caer dentro.

También dicen que, cuando un náufrago no aparecía, era porque lo tenía el demonio atrapado. Entonces, los vecinos hacían la «procesión de las antorchas», encabezada por el cura o la bruja. Rodeaban el agujero y decían unas palabras. Luego arrojaban las antorchas prendidas por el hueco, para que el demonio soltara el cadáver.

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